Con goles de Gastón Fernández y Boselli le ganó 2-1 al Cruzeiro en Belo Horizonte. Comandado por Verón, Estudiantes dejó la vida y dio la vuelta en Brasil, obteniendo la cuarta Copa Libertadores de América en la historia del club.
Y treinta y nueve años después de aquel histórico tricampeonato de América, Estudiantes alzó su cuarta Copa Libertadores. Lo logró del modo acaso más deseado por cualquier hincha argentino: en Brasil y después de ir perdiendo. Más: le jugó de igual a igual al Cruzeiro e incluso terminó siendo superior en el temible Mineirao, donde solamente habían logrado ganar el Vélez de Osvaldo Piazza en la Supercopa 96 y Boca hace un año, con Carlos Ischia y por la Libertadores. Si alguien tenía alguna duda, Estudiantes ratificó que su ADN está repleto de mística copera.
En esta estancia de 110 metros de largo y 75 de ancho, Estudiantes tuvo una virtud saliente: jugó con mucha serenidad en todo momento. Confiado en su potencial, tuvo tranquilidad para no dejarse arriar por el Cruzeiro y personalidad para hacer pie en un escenario hostil. En ningún momento se vio desbordado, ni por el entorno ni por el rival. Y se apoyó en la sabiduría de Juan Sebastián Verón, quien trató de ser siempre el eje del equipo.
A la hora de atacar, Estudiantes buscó más por la derecha, con algunas trepadas del anoche enorme Cristian Cellay (como en el gol del empate) y el buen manejo de Enzo Pérez.
A contrapelo de lo que podía esperarse, Cruzeiro mostró un ritmo más bien parsimonioso y le faltó agresividad en ataque. El local trató de encontrar huecos por los laterales, pero fueron contadas las veces en que lo consiguió. De hecho, su única situación de relativo riesgo en el primer tiempo fue producto de una jugada de pelota parada: Thiago Eleno bajó un córner de cabeza y Wellington no la llegó a conectar en las narices de Mariano Andújar.
Pese a que la cancha era una tentación para lanzar pelotazos, Estudiantes buscó casi siempre armar juego asociado y progresar a través del toque. Y dispuso de la chance más clara de aquel primer tiempo deslucido y de dientes apretados. Gastón Fernández la aguantó bien, descargó mejor para Mauro Boselli y el ex Boca pifió en la definición cuando le había quedado para romperle el arco a Fabio.
Cruzeiro se puso en ventaja con mucha fortuna en el arranque del segundo tiempo: el tiro de Henrique se desvió en Desábato antes de descolocar a Andújar. Pero el empate sobrevino a los 12: Verón limpió para Cellay, quien mandó el centro que Fernández conectó al gol.
Tras el 1-1, Estudiantes tuvo temple, garra y fútbol. Y a los 26 empezó a abrazar la gloria: córner de Verón y cabezazo goleador de Boselli.
Antes del final pasó de todo. Lo tuvo Verón con un tiro libre y Cruzeiro casi lo empata en dos ocasiones, una de ellas un remate de Thiago Ribeiro que dio en un ángulo. Pero la chapa no se modificó. Y Estudiantes es de nuevo el capo de América.
Fuente: Clarín.
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